dijous, 5 de juny del 2014

A rey muerto, rey puesto

   Bueno, ya ha llegado el momento en el que el rey de España, Don Juan Carlos I de Borbón, se jubila. A éste no le veremos vigilando en las obras en compañía de otros coetáneos suyos, que los operarios de las grandes constructoras trabajen bien, ya que desconoce por completo lo que es el cemento y lo que cuesta construir edificios, o jugando al dominó en un casal de abuelos, éste dicen que tiene sangre azul y que por ello no se mezcla con los demás ciudadanos. A él no le vendieron participaciones preferentes ni tiene problemas para llegar a fin de mes. No paga hipoteca y con su espíritu ahorrador ha conseguido tener unos cuantos palacetes. Consiguió "ahorrar" una auténtica fortuna durante su vida laboral, dicen los envidiosos (hay que ver, que malpensados) que parte de esa fortuna está en Suiza y no en su "amada" España. Pero bueno, eso lo dicen los malpensados.

   Esos malpensados, que no paran de contar barbaridades, piensan incluso, hasta que  Juan Carlos I ha abdicado aprovechando que en el Parlamento manda el PP con mayoría absoluta y que el señor Rubalcaba, del PSOE, está de acuerdo. ¿Pero quién se traga eso? Todo el mundo sabe que el PP y el PSOE son muy distintos...


 
   Y ahora, ¿qué? ¿El vacío? ¿El desgobierno? ¿La anarquía? Nada de eso, "democráticamente" el jubilado ha puesto a su hijo a llevar la jefatura del estado. Está muy bien esto de la democracia, vivimos en un estado "democrático" y no hemos podido decidir el sistema de gobierno que queremos, monarquía o república, si queremos un estado laico o religioso, no se pueden hacer referéndums para decidir cosas importantes, no se deja votar a una comunidad autónoma para decidir qué quiere ser...

   La verdadera democracia empieza por sentar, bajo el resultado de las urnas, las bases de qué modelo de estado queremos, cómo queremos vivir, y a partir de ahí ya estarán las elecciones ordinarias cada cierto tiempo para elegir a sus representantes en los parlamentos.

Pablo Iglesias

   Tienen miedo, están viendo las orejas al lobo. En su empeño de fabricar pobres no se han dado cuenta hasta ahora de que se les ha ido la mano y han creado un monstruo. Un monstruo al que hay que demonizar, es el mal personificado, el que nos llevará al cataclismo, Este demonio es capaz de todo, es capaz de poner de acuerdo a todos los partidos tradicionales para que lo ataquen. El bufón de la corte de las tertulias televisivas ha resultado ser el carismático líder tan buscado por esa gente desesperada que ha perdido su casa o ha confiado en su banco de toda la vida para “regalarles” sus ahorros con productos envenenados. Resulta divertido ver a los “profesionales” de la prensa y la política atacar, eso sí, con una falsa sonrisa que no engaña a nadie, sin descanso y con argumentos barrio-bajeros y desesperados, a Pablo Iglesias, la cabeza visible del partido político Podemos. Ataques que no le afectan lo más mínimo, pues sabe que nada tiene que temer el que lleva la razón.




   Se molestan cuando les llaman “casta”. Se vuelven quisquillosos cuando toman por insultos las críticas que Pablo Iglesias les hace. Hacen ver que no les afecta en absoluto y ningunean el tremendo éxito de la formación Podemos, pero no engañan a nadie, están preocupados, muy preocupados. Hay que hacer algo para parar este fenómeno. En este contexto de podredumbre política generalizada (no hace falta recordar todos los casos de corrupción detectados, pues no tendría suficiente espacio para enumerarlos todos), sólo cabe una solución, que es ir todos contra él para desacreditarle y bajarle los humos, ¿quién se ha creído que es?

   Pero ahí está él, para decirle a la "casta" lo que piensa la mayoría de la gente. Señores: “¡¡Se les ha acabado el chollo!!”