Grandes sonrisas y
alegría desmedida sienten, perdón, aparentan sentir los mandamases del PP en
sus últimas apariciones públicas para anunciar a la población española el
comienzo del fin de la sufrida crisis que nos afecta desde hace seis años y que
tantos destrozos y llantos de impotencia ha causado, causa y causará en el
futuro. Para ellos, la crisis ha empezado a remitir, pero el panorama que ha
dejado tras de sí no lo supera el peor de los terremotos. Y aún más, no lo
volveremos a recuperar en el futuro al menos del modo al que hemos conocido
hasta ahora.
La sanidad pública
y universal de la que gozábamos hasta ahora, ha pasado a mejor vida, y ya puede
venir el más extremista de la izquierda con una mayoría absoluta en el
parlamento que no la recuperará totalmente (no le interesa, demasidado gasto
público). ¡Qué pena no ser rey!
¿Qué decir de la
educación? Le dan el ministerio de educación a un incompetente que
paradójicamente no tiene la más mínima educación por la forma con la que
responde a todas las críticas, o sea, huyendo hacia adelante y empeorando las
cosas. ¿Cómo respondería un político que se precie a una crítica? Desde luego
no provocando como hace el señor Wert. Hace oídos sordos a la opinión de la
gran mayoría de los educadores y lo único en que piensa es en como imponer de
forma chulesca su opresión sobre los modelos educativos que no comulgan con sus (filofascistas) ideas.
Ya le va bien a la
izquierda que la derecha se haya cargado de un plumazo todo lo logrado en
tantos años de lucha por los derechos de las personas. Así, quizás se pueda dar
alguna concesión a la ciudadanía diciendo que son muy buenos porque han
conseguido recuperar alguna cosa de la que nos han quitado (que en realidad es un
poquito de lo que hemos tenido hasta ahora) y lo presentarán como un grandísimo
logro. Pero así es el juego de la política, engañar como sea a los votantes. No
hay sobre la faz de la tierra nadie más manipulador y desalmado que un político
(pero en esto, los del PP son auténticos maestros).
En fin, pueden
querer convencernos de que son los más mejores porque han acabado con la crisis
gracias a las medidas que han tomado en el tiempo que llevan en el poder. Pero
nada más lejos de la realidad. Es verdad que quizás reduzcan el paro, pero
claro, eso es muy fácil cuando se ha despedido a tanta y tanta gente, ¡ya no se puede despedir más!. Como dice Serrat: "Bienaventurados los que están en el fondo del pozo, porque de ahí en adelante sólo pueden ir mejorando". Las
empresas que se han aprovechado de las facilidades que ha dado la
administración para despedir con alevosía e innecesarios expedientes de
regulación de empleo, ahora contratarán a más personal con la mitad de salario.
Ahí está el truco del almendruco, reducir el paro en base a contratar a
necesitados por un puñado (o puñadito en este caso) de euros. Volvemos a años
pasados. A subsistir como se pueda, estirando los escasos salarios al máximo,
sin poder quejarse por miedo a ser despedido. Pero eso sí, las estadísticas
dirán que España se ha recuperado, que ha vuelto, que ha reducido el paro, que
tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios y educativos del mundo. Y eso
sí, con una falsa sonrisa en la boca, eso es imprescindible en todo buen
político que se precie.