dijous, 4 d’octubre del 2012

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...

   La verdad es que es difícil escribir algo cuando acabas de perder un amigo. Ya tenía razón la canción: "Algo se muere en el alma cuando un amigo se va", dice la letra... pero aunque el sentimiento sea el mismo, al menos en mi caso, no estoy hablando de una persona, sino de mi perro Truc.

   Truc era un rebelde, posiblemente porque los hemos malcriado un poquitín, pero tenía su rebeldía y no quisimos en ningún momento cambiarle esa rebeldía por una completa sumisión. Sacarlo a pasear era una dura batalla, él tirando de la correa hacia adelante, y nosotros tirando de la correa hacia atrás, él parándose indefinidamente a oler una planta o un árbol, nosotros a tirar de la correa hacia adelante para que no se quedara tanto rato oliéndola... en fin, era un tozudo.

   Con su pienso asegurado, no paraba de merodear alrededor nuestro a ver si caía algo más suculento, cosa que pasaba más a menudo de lo que debería. Cuando no lo conseguía, se comía su comida.

   Truc era un perro travieso. Los platos cocinados listos para servir se tenían que dejar alejados del borde de la encimera, cerca del fondo de la pared, sino te encontrabas con que su lengua se había apropiado de ese librito de lomo o ese bistec recién cocinado. Rebuscaba en el cubo de la basura a ver si conseguía algo que llevarse a la boca... teníamos que esconder los pañuelos de papel porque si no se los comía....
 
   Truc era un perro exigente. Sabía a que hora tenía que dar el paseo. Cuando llegaba de trabajar, me estaba esperando y cogía su correa para que lo llevase a dar su paseo. Y los días festivos, su reloj interior sabía que era su hora y no paraba de ladrar hasta que lo sacaba.



   Truc era un perro ladrador. Supongo que el vecino, al que siempre ladraba cuando estaba limpiando la piscina, quedará descansado y encontrará a faltar esos ladridos ensordecedores que eran una característica suya... Ahora aparcaré el coche y no volveré a escuchar esos ladridos de alegría porque llegaba a casa.

   Pero Truc, a pesar de ser rebelde, travieso, exigente y ladrador, es un fiel ejemplo de que lo que dicen de que los perros son el mejor amigo del hombre, es verdaderamente real. Echaré de menos el que se me ponga al lado en el sofá (si, ya lo sé, debería tener su sitio en el suelo, pero a nosotros nos gustaba tenerlo a nuestro lado), y ponga su frío morro en mi brazo para que lo acaricie, o que se ponga boca arriba para que le acaricie el pecho, que le gustaba mucho... Si veía una posible amenaza para nosotros, nos defendía ladrando y enseñando sus dientes... aunque nunca tuvimos una amenaza real...

   Pero bueno, hoy teníamos que llevarlo al veterinario para que lo examinaran, ya que llevaba unos días tosiendo y con dificultad para respirar. No llegamos a tiempo. Quizás nos vendrán a la mente pensamientos sobre si lo podíamos haber evitado, si tal vez lo hubiéramos llevado antes al veterinario, en fin, muchas cosas de este tipo, pero no vale la pena lamentarse por lo que se pudo haber hecho y no se hizo, eso no cambiará las cosas. La verdad es que tenemos que acostumbrarnos a su ausencia y tirar para adelante. Pero por mucho tiempo que pase, nunca lo olvidaremos y estará presente en nuestra memoria. Hasta luego, Truc.


 

1 comentari:

  1. El Truc sempre viurà en els vostres records. I aixó ningú us ho treurà. Una abraçada.

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