dilluns, 21 de maig del 2012

Argumentos demagógicos

   Nuestros políticos son tan buenos con nosotros que no nos los merecemos. Preocupados por nuestra salud y bienestar, no cesan en su empeño de conseguir que mantengamos una salud de hierro y evitemos correr con riesgos que pongan en peligro nuestra integridad física.
   Así, pues, no es extraño que los gobiernos suban los impuestos sobre el tabaco o el alcohol, dicen, que para salvaguardar nuestra salud. Argumentan que los gastos que causan en la sanidad las enfermedades generadas por estos productos, se verían reducidos con medidas disuasorias como subir su precio, y con menos consumidores habría menos enfermos. 
   En otro orden de cosas, vemos que nuestras autoridades sancionan con multas el hecho de  no llevar el cinturón de seguridad de nuestro vehículo puesto, velando otra vez por nuestra integridad. O nos suben el precio del agua en época de sequía, argumentando que así no se malgastará tanta agua. O nos suben el precio del combustible para nuestro automóvil para promover el transporte público. 



   Todo esto y muchas cosas más no son más que falacias y demagogia barata de nuestros señores políticos, que no tienen la más mínima intención de contar las verdaderas razones de estas medidas: el afán recaudatorio. ¿Alguien se piensa que al Ministerio de Sanidad le importa un pimiento si fumas mucho o poco o que está preocupado por nuestra salud? Si alguien deja de fumar por el incremento del precio del tabaco, se suben los  impuestos para que así no decaiga la recaudación. ¿Le importará al Ministro del Interior que lleves el cinturón de seguridad puesto? ¿Se preocupará si tienes un accidente?
¿Porqué una vez superada la sequía no eliminan el incremento del precio del agua que nos impusieron en aras del ahorro? ¿Porqué no mejoran de verdad el transporte público y lo ponen a un precio razonable?
   Lo peor de todo es que haya tanta gente que se crea cualquier cosa de las que cuentan los políticos, estos seres que mienten más que hablan. Y es que mientras haya bobos... ¡habrá engañabobos! 

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