dilluns, 25 d’abril del 2011

El afán y la ansiedad

Publicaron en mi muro de Facebook un artículo del blog de Eduard Punset titulado "aferrados a la eternidad". En él entiendo que el autor argumenta que hay dos clases de personas, las "creyentes" y las "científicas", ambas enfrentadas en sus argumentaciones. Yo no soy quien para discutir a toda una eminencia como Punset, con su conocimiento filosófico, pero creo que ni todo es blanco ni todo negro. Existen los grises.  Los creyentes, por mucho que sólo acepten que Dios creó el universo, también aceptan algunos avances científicos, como pueden ser las medicinas o las nuevas tecnologías. Ahora bien, ¿hasta donde queremos llegar? ¿Queremos buscar científicamente como se creó el mundo? ¿Que hay más allá de las estrellas? ¿Cuan grande es el universo? ¿Hubo vida en Marte? Realmente, ¿eso es importante? ¿Para qué?

Parece que de lo que se trata es de demostrar científicamente que Dios no existe. Pues parece que de momento no han conseguido demostrarlo, y empeño han puesto en ello. Aunque Punset quiera guardar una cierta equidistancia respecto a los dos bandos, se deduce que es bastante escéptico respecto a los "creyentes". Dice que sólo le hablen de lo que ya está probado, queriendo decir, leyendo entre lineas, que la existencia de Dios no está probada. Califica de sorprendente que tanta y tanta gente "se haya aferrado a unas ideas básicas de carácter supuestamente permanente".

Señor Punset, eso se llama "FE". Usted no lo ha experimentado y, claro, como su mente es "científica", se sorprende. Los que lo hemos experimentado, sabemos que todo lo que necesitamos saber está en un libro, el Libro. No necesitamos más. Allí usted verá la sabiduría que contiene. Y verá que la insatisfacción del desconocimiento desaparece cuando se lee con ganas de aprender, y no se limite sólo a la lectura literal, sino meditando sobre lo leído. A usted que es un hombre culto, le aconsejo la lectura y la meditación sobre el Evangelio de Mateo, en concreto el capítulo 6 del versículo 25 en adelante. No nos afanemos por el conocimiento "científico" ni ansiemos "añadir a su estatura un codo". ¿Para qué?

Evangelio de San Mateo Capítulo 6

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