Por fin se terminó
la guerra de Irak. Objetivo cumplido. No había armas de destrucción masiva si
por masiva se entiende armas que matan a
muchas personas de una sola vez (bombas, por ejemplo), aunque un solo fusil que
de su cañón salgan las balas que matan a mucha gente también lo sean en el
sentido estricto del término. Ya han regresado los últimos soldados
estadounidenses a sus casas. Y se van habiendo dejado el país hecho un
desastre. Atentados sin pausa, sin gobierno estable y corrupto, miseria por donde mires, en fin, ahí se quedan los pobres iraquíes.
Contento estará el señor Bush con su obra. Se han gastado cantidades indecentes de dinero en ese conflicto bélico y los únicos beneficiados han sido los fabricantes y traficantes de armas. Mientras se han gastado todo ese dinero en la guerra (se estima en un billón de dólares lo gastado en los conflictos afgano e iraquí), en Estados Unidos estalló la crisis con la que contagió a toda Europa. Entonces se tuvo que rescatar bancos con más dinero, y claro, ¿quién lo paga? Los ciudadanos, naturalmente.
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