Estos días se cumplen 100 años de la llegada
de Roald Amundsen al Polo Sur. Para celebrarlo, nada mejor que montar una
expedición para conseguir emular al explorador noruego. Según informa La Vanguardia, en la actualidad
hay treinta expediciones que se dirigen al Polo Sur a través de la Antártida, o
sea, que la Antártida debe estar más concurrida que las Ramblas de Barcelona.
Lo mismo pasa con las expediciones al
Everest. Edurne Pasabán, la primera mujer que ha coronado los 14 ochomiles del
planeta, se queja de la masificación de expediciones que hay en las vías que
llevan a la cima y por tanto, se plantea no volver más a esta montaña.
Pero visto que las expediciones son cada vez
más numerosas, ¿cómo es que a nadie se le ha ocurrido la brillante idea de instalar
esas cintas transportadoras que hay en los aeropuertos que te lleven al centro
del Polo Sur sin caminar? Estaría al alcance de casi todas las personas. Se
podría poner un bar justo al lado y sería las delicias de los abuelos en sus
excursiones de jubilados el tomarse un cafetito caliente. Y se podría poner un
restaurante con buffet libre para que se pongan morados de tanto comer. Y se
podría contratar a una orquesta que amenizara la sobremesa y se pongan a bailar
hasta que los organizadores de la excursión los envíen de nuevo a casa. Así
podrán decir “¡Qué bonito es el Polo Sur!”.
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