No voy a negar que hay cosas y casos que se
tienen que subvencionar con el dinero de nuestros impuestos, pero lo que no se
puede hacer es subvencionarlo todo. Una cosa es subvencionar organismos o
asociaciones de interés social o cultural, como las oenegés, y otra es crear organismos y asociaciones
culturales para conseguir una subvención. Los primeros son creados por personas que
tienen inquietudes en la defensa de una causa, mientras que los segundos son
creados por gente que lo que busca es enriquecerse a costa de los demás. Hay
infinidad de estos grupos que se crean para desviar fondos de las arcas
públicas para sus fines nada claros, es el caso del Memorial Democràtic, que
con la excusa de ser un organismo para la recuperación, conmemoración i fomento
de la memoria democrática durante el período entre 1931 y 1980, ahí es nada (eso
dicen sus estatutos), han servido para que los anteriores gobernantes del
tripartito en Catalunya se alimenten económicamente. No pensemos ni por un
segundo que los partidos que no formaban parte de ese tripartito están libres
de culpa, no. Ahí están los célebres casos del
Palau de la Música Catalana, donde se inyectaron indecentes cantidades
de dinero de nuestro bolsillo para que se lo quedara un energúmeno ladrón confeso
que todavía se está riendo de nosotros en sus paseos por la calle en vez de por
los pasillos de una prisión. Pero claro, como si lo meten en prisión puede
hablar más de la cuenta, muchos de los partidos que recibieron dinero de él
podrían quedar retratados, y eso no les conviene (a ellos).
De todo ello, se desprenden unas
conclusiones: que los partidos políticos se financian con nuestros impuestos y
que para taparlo se inventan asociaciones, grupos u organismos, que no sirven
para nada, aparte de las subvenciones directas que reciben por escaños y votos
obtenidos en unas elecciones. Ahora que
se habla tanto de recortes, haríamos bien de decir basta a subvencionar
sindicatos que no sirven para nada, patronales que quieren ganar más dinero a
costa de quien sea, memoriales que no sirven para nada ni interesan a nadie,
organismos que se crean para enriquecerse, partidos políticos que deberían
autofinanciarse ellos mismos… Así, seguro que habría dinero para satisfacer las
necesidades de las personas que, no lo olvidemos, es el objetivo del sistema de
recaudación de impuestos, sin que se las
exprima al extremo que estamos llegando.
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