Parece que ahora les ha dado a los países de
la Unión Europea por colocar al frente de los gobiernos a gente “experta” (tecnócratas
les llaman). Ya hemos visto que jugando a colocar a aficionados en puestos de
responsabilidad (políticos les llaman) las cosas no pueden irnos peor, y más
cuando lo que está en juego es la economía doméstica de muchas familias, el
trabajo y la retribución que reciben por él. De todos modos no lancemos las
campanas al vuelo, que la cosa está tan mal que ya veremos si salimos de ésta.
Y es que les hemos dado tanta confianza a esos políticos que se han cogido todo
el brazo al ofrecerles la mano. Nosotros (pardillos nos llaman) a pagar y ellos
a repartir. Ya se sabe, quien parte y reparte se queda la mejor parte.
Los detractores de esta fiebre tecnócrata
afirman que la democracia se debilita al colocar en la presidencia del gobierno
a gente que no ha sido elegida por votación popular. No tiene por qué. Si sabe
llegar donde no han llegado los políticos, adelante. Dejando aparte de que sean
concretamente los señores Monti (Italia) y Papademos (Grecia) los nuevos
dirigentes de sus respectivos países, pues ignoro su historial aunque uno de
ellos, Papademos, no inspira mucha confianza de entrada, ya que fue
vicepresidente del Banco Central Europeo, y así estamos, creo que los que lo
afirman deben ser los políticos que han visto como otras personas tienen que
coger el timón del país que ellos no han sabido dirigir.
Posiblemente ésa sea la solución, poner a
dirigir un país gente que sepa dirigir un país, no uno que sólo sabe hablar por
muchas elecciones que gane. Y como dijo Eugenio D’Ors, los experimentos, con
gaseosa.
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