dilluns, 7 de novembre del 2011

Sobre la destrucción de la escultura en el museo de Dortmund

Me van a perdonar, pero yo que de "arte" entiendo más bien poco no alcanzo a comprender el revuelo que ha causado la noticia del supuesto destrozo de una "obra de arte" en Dortmund al quitar una señora de la limpieza una mancha que formaba parte de la obra en cuestión. He visto la obra y no creo que haya para tanto. ¿Tan difícil es volver a poner la mancha otra vez? A lo mejor es que el señor artista no es capaz de volver a hacer lo mismo y eso le salió por chiripa. Me recuerda al chiste aquel del hombre que va al barbero y le dice:
   -Quiero que me deje la patilla derecha más corta que la izquierda, el flequillo que del lado derecho me llegue a la ceja y por el lado izquierdo lo deja a tres centímetros por encima. De largo me lo deja todo lleno de trasquilones y me lo tiñe todo de azul cobalto.
   -Oiga, no sé si sabré hacer lo que me pide- contestó el barbero.
   -¿Que no sabe si sabrá hacerlo? ¿Cómo se cree que me lo dejó el mes pasado?
 
   Pues eso, hay obras de arte y obras de arte. No discutiré que hay pinturas bien pintadas y pintores que pintan bien, esculturas bien esculpidas y escultores que esculpen bien, pero es que hay casos como el de la escultura que nos ocupa en los que vamos, no creo que valga ni mucho menos el millón de dólares en que lo han valorado. Lo que pasa es que hay gente que se sabe vender muy bien.




   Pero lo que más me extraña de este asunto es que la limpiadora en cuestión no se haya dado cuenta de que estaba metiendo mano a una escultura (venga, aceptamos pulpo como animal de compañía). No me lo trago. Ahí tiene que haber algo, o una apuesta o una gamberrada. Por muy tonta que sea una persona no puede serlo tanto como para ignorar que la escultura formaba parte del museo. Viendo la obra de arte, ¿se creería que son unas escaleras? ¿unas maderas que algún trabajador se olvidó en medio de la sala de exposición? Lo siento, no me lo creo.

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