Si uno va a la carnicería, lo lógico es
pensar que ese establecimiento se vende carne. Si va a una pescadería, se vende
pescado. Si uno va a una zapatería, se venden zapatos. Pero si uno va a una
gasolinera, podríamos decir que el negocio principal ya no es la venta de gasolina.
Cuando voy a repostar mi vehículo, muchas veces tengo que hacer cola porque hay
gente que utiliza la gasolinera como un mini-supermercado. Allí compra el pan,
la bebida, la comida, el periódico, las revistas, las golosinas, y, si aún les
queda dinero, quizás hasta le ponen gasolina al coche. Puedo entender que
alguna vez te encuentres en un apuro, sea domingo, los supermercados y
comercios varios estén cerrados, y entonces tengas que recurrir a comprar lo
imprescindible en alguna de las gasolineras que están abiertas, pero lo que
hacen algunos es hacer la compra directamente en la gasolinera. Parece que no
les importe que allí la comida sea más cara que en la tienda de comestibles. Y
encima los hay que compran productos y no repostan gasolina. El producto
estrella es el pan. Seguro que se vende más pan en las gasolineras que en las
panaderías (¡y vale casi el doble!), para enfado de éstas.
Sólo falta que en las gasolineras pongan
carritos de esos que hay en los centros comerciales, en las grandes superficies. Como los
mostradores de las gasolineras no están hechos para servir de caja de
supermercado, es lógico que el vendedor tarde una eternidad en marcar todos los
productos que la gente compra, los ponga en una bolsa de plástico y se forme
una cola que desespera al más pintado y da ganas de gritarle al comprador: “¡La
compra del mes se hace en el supermercado, no en la gasolinera!”. Pero bueno, como
todo negocio venden lo que les dejan, así que seguiremos allí, en la cola,
esperando que la gestión de repostar la gasolina que debería ser una cosa
rápida, sea cada vez más duradera.
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